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Es lo que esperamos - El Diario del Otún - Mayo 16 2011



El lamentable hecho que sucedió hace unos días, y que por fortuna no paso a mayores, en un conocido hotel de la ciudad ubicado en un sector que se pregona como seguro y en el que las víctimas iban a ser nadie menos que un congresista y el más fuerte aspirante a la alcaldía de Pereira, hace volver una vez más sobre el tema de la seguridad en la ciudad.

Las autoridades municipales y la Policía se vienen ufanando, con algo de razón, porque según las cifras que ellos manejan, Pereira es la capital del país que tiene la más alta reducción de  homicidios en lo que va corrido del año, con el 41 % con relación al mismo período del año anterior.


Todos celebramos, por supuesto, que los esfuerzos de la Policía y las nuevas estrategias que se han puesto en práctica en la ciudad en materia de vigilancia, patrullaje y seguimiento a los tradicionales focos de violencia, estén dando resultados y que la urbe encabece hoy la lista de los centros urbanos con mayor éxito en la lucha contra las muertes violentas.


Sin embargo, la seguridad no es solo reducir los homicidios. Son muchas cosas más las que la conforman y contribuyen para que las ciudades sean seguras y sus habitantes sientan que viven sin mayores riesgos para sus vidas, para su integridad personal, para sus familias y para sus bienes. Son los robos, los atracos, las amenazas, las extorsiones, las violaciones, el consumo de drogas, la prostitución infantil y la mendicidad los que contribuyen a que una ciudad sea más insegura y peligrosa tanto para sus habitantes como para sus visitantes.


Y esto lamentablemente es lo que está ocurriendo en Pereira. Los índices de homicidios han rebajado, pero los hurtos han subido este año, las lesiones personales igual, las boleteos ni se diga, el consumo de droga se ha duplicado, los atracos rurales no paran, los paseos millonarios siguen en aumento y la presencia de personas indeseables en las calles se ha desbocado.


Para la muestra lo que les ocurrió no hace mucho en uno de los barrios más exclusivos de la ciudad a dos personas públicas y que por fortuna gozaban del servicio de protección que les presta el Estado a ciertos personajes de la vida regional y nacional y que de no haber sido así había terminado en otro hecho delictivo para lamentar.


Celebramos, pues, que la ciudad este rebajando el número de homicidios, pero es necesario además que todos estos delitos también rebajen y que se vuelva a sentir un clima de seguridad en ella, que la gente pueda salir a la calle tranquila, que los que viven en las afueras lo hagan sin ningún riesgo, que los empresarios y comerciantes puedan crear riqueza sin amenazas y que los niños puedan crecer libres de droga, de maltratos y de violaciones. Esto es lo que esperamos los pereiranos para poder celebrar de verdad.