Encontrar la malla metálica dañada, la pintura descascarada o el techo roto de los paraderos de buses, es ya común para muchos ciudadanos.
A pesar de las reiteradas denuncias acerca del estado en el que se encuentran muchos de los paraderos de la ciudad, estos sitios diseñados para hacer más amena la espera de los ciudadanos que utilizan el transporte público, permanecen en el abandono total por parte de la administración municipal.
La malla metálica de las sillas rota, abierta o en el peor de los casos ya ni existe, la pintura descascarada dejando ver el óxido del tubo, o el techo en mal estado son algunas de las señales que han llevado a que muchos de los ciudadanos no utilicen estos sitios y prefieran hacerse a un lado a esperar la ruta del bus que los llevará a su destino.
Los 5 o 15 minutos que puede tardar en pasar el bus, pueden llegar a sentirse como una hora para un ciudadano que está parado debajo de un intenso sol, o sosteniendo varios paquetes o cargando un bebé, quienes no encuentran opciones o alternativas para hacer más cómoda la espera de la ruta indicada.
Una situación que se repite a diario para los miles de usuarios de los buses en la ciudad, que todos los días esperan su ruta para ir al trabajo o para llegar a sus casas.
Sin embargo ni el mantenimiento ni los arreglos llegan para los paraderos en la ciudad, como el de la carrera quinta con calle 19, el que por estar ubicado en un lugar central tiene un alto flujo de personas, y es en la mayoría de los casos un punto común para esperar un bus.
Sus bancas con la malla metálica abierta no solo lo hacen un lugar incómodo para alguien sentarse, sino que para el que corre el riesgo de reposar en el pedazo que aún se encuentra en su lugar está expuesto a romper su pantalón o lastimarse con el metal.
Las muchas situaciones incómodas que se presentan por el abandono en el que se encuentran los paraderos de buses, han generado la desazón para miles de usuarios que no entienden por qué nadie se encarga de estos sitios que son necesarios e indispensables para los habitantes que hasta más de dos o tres veces en un día tienen que esperar el bus y no tienen otra opción que soportar el sol o la lluvia y el cansancio de los pies.
Las denuncias y las insatisfacciones que genera esta situación para los pereiranos parecen no ser suficientes para los funcionarios que podrían poner fin a la larga espera de los paraderos que, como los pasajeros, no ven la hora en que sean atendidos, para volver a ser útiles.
Otro caso crítico se presenta en el barrio San Marcos donde el paradero es completamente inservible.