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Los enganches en la querendona, Heroína, más allá de las cifras - El Diario Del Otún - Octubre 17 2014



Por: Steven Alzate Villalobos
Lic. en comunicación e inf, educativas
La ciudad de Pereira. Una ciudad relativamente pequeña y joven caracterizada por ser centro económico del Eje Cafetero y sede de grandes negocios. En sus entrañas, acontece el trajín diario, no muy diferente al de cualquier ciudad de nuestro país.
Desde muy temprano sus calles se ven inundadas de vehículos que marchan a diferentes velocidades, transportes públicos atiborrados de pasajeros, gente que marcha en todas direcciones. Mundos tan diversos y distantes que se entremezclan tímidamente cuando inesperadamente se cruzan allí en las limpias calles de la ciudad.
Calles que sujetos como el Pacho y el Pitufo recorren todos los días, tratando de conseguirse el dinero para comprarse la dosis que les calmará su momentánea ansia, gracias a la enfermiza adicción a la heroína, de la que se encuentran dependientes ya hace varios años. Al “Pacho” como se hace llamar, lo conocí cuando me trataba de pedir una moneda para comprarse algo de comer, trabajando con su colega el Pitufo, quien vendía grillos artesanales. Según ellos, sus vidas se estropearon cuando probaron la heroína, pues su adicción, la “enfermedad”, los llevó a cometer muchos errores. Desde tener su vida cerca a la muerte y perder la familia, hasta el hecho de vivir en la calle, valiéndose de todo tipo de medios para comprar su dosis y sobrevivir.
 
Andrés o el “Pacho”, de 21 años, es el más hablador y disparatado de los dos. Mientras observa con zozobra al Pitufo, prepara los implementos de su dosis y hace bromas sobre su condición, me explica que todo comenzó por el acoso grupal de sus amigos a probar la droga. Según él, los que se encargaban de la distribución y venta llevaron una nueva droga al “parche”. Él no quería probarla porque le generaba miedo e intriga, en este punto fue tratado de “gallina” y miedoso, hecho por el cual decidió probar por primera vez esta letal droga. Luego, lo llevaría a un hospital de inmediato. “La primera vez que la probé casi me mata, que viaje tan berraco”. “En ese entonces vivía en Villa Santana una de las comunas más dañadas por la droga y la delincuencia en Pereira”. Allí tiene un hijo y esposa con los que también se encuentra distanciados.
 
La gente al pasar mira sorprendida, presenciando el extraño ritual y como respondiéndoles a distancia - “las apariencias  engañan mi viejo”, dice el “Pitufo”, con sus ojos azules y gestos faciales ocultos tras su barba áspera, mientras se amarra un pedazo de guante quirúrgico para retener la sangre.
 
Este, el más callado de los dos, proviene de una familia un poco más acomodada, hijo de un médico que le brindaba gustos y libertades. Hasta el día en que probó la heroína y toda su vida se fue en completo descenso. Desde aparatosos accidentes en autos hasta la pérdida del apoyo por parte de su padre, quien había tenido una educación represora contra los drogadictos. “A mi papá le dio muy duro tener un hijo así,”. Según él, las apariencias engañan y se refiere a que ninguna condición social ni económica determina el hecho de que una persona se vuelva adictiva a esta droga, simplemente llega el día y el momento y se cae en el error. 
 
Allí en pleno centro de la ciudad y a plena luz del día, el Pacho y el Pitufo chutean –inyectan- sus brazos maltratados tratando de darle un lugar más a otra cicatriz, y tener una sensación más, definida por ellos como de “polvazo” a sus agitados cuerpos. Esa sensación momentánea de orgasmo –en los primeros consumos-, que los mantendrá “sanos” hasta que consigan los diez mil pesos para la otra dosis y así mantener un “alivio” a los efectos físicos y sicológicos generados por el síndrome de abstinencia.
 
Con la voz temblorosa por las sustancias que se encuentran en su cuerpo me dicen que están cansados de lo mismo. Que a ellos les gustaría estar normalmente con sus familias y realizar todas las cosas que quisieran, disfrutar de todo lo que se han perdido. El Pitufo reniega de quienes han creado esta droga, explicando que le duele ver como un grupo de gente pretende vender y llenarse los bolsillos, sin pensar en el daño que les están haciendo a los demás. El Pacho asiente irrumpiendo la conversación como siempre y dice que los que la crearon se van a ir toditos al infierno.
 
Al verlos hablando tan normalmente, les pregunté ¿por qué podían mantener tan buena racionalidad, sabiendo que era una sustancia tan fuerte para el cuerpo humano?, me respondieron que se debía a su buena experiencia como consumidores. Según ellos “después que se prueba si se sobrevive uno se vuelve experto en muy poco tiempo por que diariamente tiene que estar consumiendo para poder sentirse bien”. El Pacho lleva tres años y el Pitufo unos ocho. “Si yo quisiera, si yo deseara podría estar viviendo como un rey, comiendo en una vajilla fina”, dice el Pitufo mientras se atraganta la bolsa de arroz que le regalaron en un restaurante.
 
En sus cuerpos maltratados por el rigor de la calle y vestidos por andrajos malolientes, reposa un ejemplo de los muchos de los jóvenes que deambulan atrapados por el consumo de drogas pesadas en Colombia y más en Pereira donde la adicción de la heroína y otras está incrementando en medidas dramáticas. Según los datos arrojados en una entrevista de Semana a un experto del Hospital Mental de Risaralda, de los tres mil setecientos consumidores de Heroína en Colombia entre los doce y treinta y cinco años, más de setecientos estarían en Pereira. Consolidando así a la ciudad como la más consumidora, teniendo en cuenta la baja población de ciudadanos respecto a otras ciudades más densas como Bogotá o Cali. 
 
Pereira una ciudad que ha sido afectada por variadas problemáticas sociales se está convirtiendo en un centro a nivel nacional de drogadicción, suicidio y bandas criminales. 17 suicidios se han registrado en el 2014 en Pereira y 185 homicidios se han presentado en lo corrido del año en el área metropolitana.
 
Situación que ha puesto a los organismos de control a implementar planes, frente al consumo de heroína y otros problemas de salubridad que se han venido tratando por programas como CAMBIE,  de la organización ATS financiado por la Open Society de George Soros. Donde se les brinda implementos como jeringas, agujas, algodón, cucharas, etc. Con el fin de reducir daños y riesgos frente a enfermedades como el VIH o hepatitis, producido por el mal uso de los implementos y el intercambio de persona a persona de estos. Seguido de los grandes efectos secundarios producidos por los bastos componentes de la heroína que se vende en la capital pereirana, que no son realmente puros como sucede con la heroína de más alta calidad.
Con el objetivo de combatir e informar a la comunidad sobre las consecuencias del uso y abuso de las drogas, la Policía de la ciudad se encuentra adelantando una campaña llamada Colombia Territorio Libre de Drogas.
 
Esta campaña se orienta a prevenir el uso, abuso, distribución, venta y fabricación de sustancias psicoactivas. A través de charlas, juegos y actividades recreativas, los uniformados de la Policía tratan de llegar a la ciudadanía en los diferentes lugares del área metropolitana como parques, plazas, colegios, universidades, centros comerciales y demás lugares de afluencia de público; para que no hagan uso de las drogas y sobre todo denuncien a las personas dedicadas a la venta de estupefacientes y lugares de expendio.
 
No hay menor duda que esta droga esté devastando con quienes la consumen y la búsqueda de soluciones es inevitable ante una sociedad que se encuentra al margen de esta situación. Las consecuencias del consumo problemático, nos lleva a pensar si las estrategias de diversas índoles si son suficientes para contrarrestar estos fenómenos. Por la evidencia se puede suponer que se trata de un sistema muy grande que debe tratarse no solo con pequeños métodos. Se debe creer desde nuestra condición de humanos que sentimos y que mejor aún tenemos la capacidad de hacer cambios, para hacerlos. 
 
Propuestas como las del Colectivo Cultiva Tu Mente  plantean estrategias, por medio de campañas, eventos y difusión de información sobre el tema de drogas, sobre todo la desestigmatización del consumo de la marihuana, así como prevención de otras sustancias. Ligado a ese espíritu libre y racional que me explica Maribel Restrepo Mesa, la coordinadora del Observatorio de Drogas de la UTP, debe tener cada ciudadano.
 
Para ella el problema no son las drogas sino el uso y el abuso, también cómo se está manejando la situación. Según Maribel, existen otras alternativas innovadoras para el manejo de los consumidores,  tomando como ejemplo los tratamientos de desintoxicación que manejan centros como Takiwasi en Perú y Manto Wasi en Chile –entre otros-, donde combinan los beneficios de las plantas amazónicas con la medicina occidental en un proceso holístico de mente, cuerpo y espíritu, para la conexión directa entre el sujeto y su mundo interior y los espacios de convivencia donde el sujeto aprende a conservar su medio, a través de las tareas de la vida cotidiana. A diferencia de los tratamientos conductuales y con base en fármacos clínicos – a veces necesarios, recalca Maribel-, producen otras dependencias o efectos secundarios nocivos en la persona; los alternativos con evidencia científica, conducen a integrar de mejor modo a la persona en la sociedad y consigo mismos.
 
Maribel expresó que es importante que los proyectos que se han venido adelantando no se queden en un primer plano sino que traten de expandirse tanto  ideológica como estratégicamente a través de redes con los organismos  encargados de velar por el cumplimiento de los derechos ciudadanos, como el de la salud en el país. Además de esto,  aclara que si el gobierno quiere ver un cambio real debe meterle la ficha a un presupuesto y acciones de inclusión social que sea considerable con la magnitud de la situación.
 
Para la guerra en 2015 se estima que habrá aproximadamente un monto de 21,5 billones de pesos. Dato que corresponde a la mitad de lo que el país invertirá en los próximos años en infraestructura. Podría decirse que es un dato alarmante para un país que está pensando en la paz. Ojalá se pueda llegar a un buen acuerdo para acabar con esta guerra que nos quita tanto presupuesto, y así poder corresponder a sujetos como el “Pacho” o el “Pitufo”,  que como miles, bien les podrían servir a la nación.