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Diego María Osorio: "Me siento orgulloso de que me llamen Maestro" - El Diario Del Otùn - Mayo 14 2018 - www.ciudadpereira.com

Al celebrarse mañana 15 de mayo el Día del Maestro, hicimos con Diego María Osorio Montes, presidente del Sindicato de Educadores y Trabajadores de Risaralda, un análisis de la situación actual de la educación en el país y de su visión del importante papel que cumplen los maestros en la sociedad. Osorio, quien ha sido docente de aula y dirigente y activista sindical, tanto del Sindicato como de la Central Unitaria de Trabajadores, se siente orgulloso de ese papel, aunque le duele que en Colombia la educación siga siendo una cenicienta.

¿Cuánto tiempo lleva en el magisterio?
Llevo 38 años, toda una vida en la educación. Yo recuerdo mucho mis inicios en 1978 en la vereda San Carlos de Marsella hacia el lado del río San Francisco, después pasé a una vereda al otro extremo del municipio llamada Corozal y luego al pueblo donde estuve por espacio de diez años hasta que fui trasladado a Pereira como dirigente sindical.


¿Para usted que significa el Día del Maestro?
Es una fecha memorable, donde se le hace un reconocimiento a esa loable labor que es trabajar en bien de las comunidades, del estudiando y de formar ese hombre y esa mujer íntegros que sean capaces de actuar socialmente, en el ámbito económico, político, cultural y ambiental para generar los cambios que se necesitan en una sociedad tan convulsionada como la que tenemos en nuetro país.


¿Cuál ha sido el papel del maestro en la sociedad?
Históricamente, el maestro ha sido visto como un líder, como el hombre guía. En el pasado, junto al cura y al militar ejercía un gran papel en la comunidad, pero la verdad es que ese papel se ha venido desvaneciendo y desconociendo, hasta tal punto que hoy el maestro es una persona no reconocida ni siquiera por el Estado, a la cual no se le da el trato digno de profesional que es en la educación y a la que salarialmente el Estado aún le adeuda mucho. 


¿Pero la importancia de ese papel no se ha perdido?
La labor del maestro es hermosa desde el punto de vista de la formación intelectual, de la proyección del conocimiento en sus alumnos y creemos que, individualmente, es baluarte, es el eje y la base nodal de una sociedad, porque de ahí salen los hombres y las mujeres del mañana, quienes van a actuar en una sociedad que tanto lo necesita.


¿Cuándo se dice que la educación es lo primero, como recuperar la importancia del maestro?
Lo primero que se tiene que hacer es entender que la educación debe ser de calidad y para lograrlo tiene que ser financiada por el Estado, lo que implica hoy por hoy modificar todo el sistema general de participaciones que dio al traste con lo que planteó la Constitución de 1991. También generar una política pública en educación, dado que en Colombia no hay política educativa porque quienes han gobernado siempre piensan en ella como la cenicienta. No les interesa que el ser humano se profesionalice porque se vuelve un contradictor a los designios políticos que rigen en nuestro país. 


¿De quién es la responsabilidad de esta situación?
La responsabilidad más grande en la pérdida del papel del maestro es del Estado, pero eso no quiere decir que los maestros no tengamos también responsabilidad. También la tenemos y ello parte del tipo de formación que recibimos. Hoy las universidades se han olvidado de crear y de formar en ese maestro una persona efectivamente actuante y eso obedece a la pérdida de las ciencias sociales. Hoy ya no hay tantos licenciados en ciencias sociales y en áreas tan fundamentales de la proyección del maestro como tal. Antes éramos maestros, padres de familia, líderes comunitarios y políticos, hoy se ha perdido ese papel. También la sociedad ha perdido la mirada en el maestro, como ese faro que guía, que ilumina.


¿Hay que hacer una reingeniería de la formación que imparten las universidades a los maestros?
Yo diría que sí. Las universidades públicas deben retormar el papel de las ciencias sociales, porque éstas son las que verdaderamente forman a la persona actuante, a la persona sociable, a la que va a ser crítica, que opina y plantea alternativas. Y también el Estado debe contribuir a la recuperación de las Normales Superiores, que en los años 70 y 80 jugaron un papel trascendental, dado que allí se formaba el maestro pedagógicamente, de tal manera que al llegar al aula de clase por primera vez se sabía a qué mundo se iba a enfrentar y como impartir el conocimiento y hacer que el estudiante se apropiara de él.


¿Esa formación ya se ha perdido?
Eso se ha perdido y hoy a la educación llega cualquier tipo de profesional. Yo no tengo nada contra los demás profesionales, los respeto, pero como dice el dicho: zapatero a tus zapatos. No puede ser que se llene la educación de profesionales de otras áreas, cuando tenemos que ser entre todos pedagogos y licenciados y especialistas y con maestrías y doctorados en las ciencias de la educación y del saber para impartir de manera positiva ese conocimiento. 


¿Cómo debe ser hoy el modelo educativo?
Lo que existe hoy es una educación de competencias, por saberes, por pruebas y eso está dando al traste y contrariando el verdadero sentido de lo que debe ser la educación en un país tercer mundista y en vías de desarrollo. Aquí hasta que no se entienda y no se apropie, como se hace en Europa, que la educación es el eslabón fundamental para el progreso de los pueblos, vamos a seguir con una educación de baja calidad, no gratuita, no impartida por el estado, en pésimas condiciones y en situación alarmente, porque se están dejando los contenidos, el conocimieto y el saber en otro lado.


¿Se siente usted orgulloso de su título de maestro?
Todos nos sentimos, en especial yo, orgullosos de ser maestro, de haber adquirido unas licenciaturas, especializaciones y diplomados, porque eso efectivamente me formó como persona, me hizo íntegro y me sirvió porque sé que estoy aportando a la formación de otros. Feliz me siento con esa situación de ser maestro y me encanta que me llamen maestro, más que docente.