Ángel Gómez Giraldo
El Diario del Otún
En la mujer antes que la minifalda fue el brasier, pero ambas prendas aparecieron para proporcionarle una sensualidad que en la calle el hombre debe respetar en vez de agredirla sexualmente como, según cuentan, sucedió en un restaurante de la capital del país que, aunque su nombre alude solo a la carne de res, parece que también tiene clientes caníbales.
“Es que cuando la mujer no es de uno o no se goza de su voluntad al hombre no le quedan sino dos caminos para tenerla: conquistarla o dejarla para sus fantasías”, decía el viejo lujurioso de la clase de incitación sexual, perdón por la equivocación, es educación sexual.
Y no lo manifestaba porque fuera hombre ya impotente sino por ser persona civilizada. Ahora caigo en cuenta que el teacher tenía razón ya que según el tal Sigmund Freud, cuando un hombre es rechazado por una mujer al man le queda el recurso de tenerla en sus sueños.
El brasier
En cuanto al brasier, conocida como la prenda íntima más femenina y deseada por los hombres, en Colombia se vino a saber del invento en el año de 1913, con otra noticia tan redonda como la que iba a levantar el sostén: la llegada del foco o bombilla eléctrica a Santafé de Bogotá.
Cinco años después, en 1918, una más enmudeció no solo al país, sino al mundo entero, como se dijo por aquellos tiempos, con la decisión tomada por la mujer de mostrar la “carnitas” y los "huesitos” de sus piernas subiendo la falda 20 centímetros arriba de los tobillos.
La conmoción que produjo la nueva y atrevida moda femenina fue tanta que, en la misma fecha se produjo el primer apagón en Bogotá y los hombres empezaron a toser en la calle, no para llamar la atención de las primeras mujeres, quienes decidieron exhibir sus piernas desnudas en público, sino porque estaban afectados por la peste de gripe que en dicha ciudad mató más de mil personas durante el transcurso del año de 1918.
Si a la falda le ponemos un bolero como el del sombrero voltía'o nos podemos dar cuenta que hay varones que también la llevan cuando están bajo los efectos del licor para disfrutar del carnaval y mostrar lo mucho o lo poco que tienen del sexo contrario.
Si señores, la falda femenina no se detuvo cuando empezó a subir y, por el contrario, siguió piernas arriba hasta llegar a donde ha permanecido durante las últimas décadas y que no es otra cosa que el balconcito donde al hombre esperan las verdaderas dichas y alegrías.
Y ni modo de seguir subiendo ya que lo que sigue es desnudez y así el cuerpo más sano sufriría tanto con las inclemencias del clima como con los depredadores sexuales.
Ahora, estas subidas de la falda han sido para que el hombre admire toda la belleza de esas “carnitas” que, aunque se ven tan apetitosas como una carne a la llanera, el hombre no debe tocar a motu propio ni desflorar a la fuerza.
Esto fue lo que le pasó a una amiga mía, ambientalista para mayores señas, y la cual debido a esa afición de caminar sin compañía por los senderos ecológicos, un hombre la desfloró de una manera tan estropajo que no le dejó capullo sano.
Como ninguno de los dos fueron al colegio, ignoraban que desflorar es ajar y estropear es quitar a una cosa su buena apariencia.
También por extensión gramatical, tratar superficialmente un asunto o materia como lo hacen algunos periodistas con las noticias de la cultura y del arte quienes al considerarlas sin importancia le dan poco espacio en los medios de comunicación que representan.
Aunque unas pocas personas supieron de la violación de la ambientalista, la muchacha se ganó el apodo de “Azucena desflorada” y el delincuente sexual en la calle porque su víctima no fue capaz de denunciarlo ante las autoridades.
Como empezamos con las redondeces que van por delante con la mujer, (Al fin y el cuerpo no tiene nada plano), sigamos ascendiendo hasta llegar nuevamente al brasier, sostén o sujetador que, aunque se dice es invento de más de 100 años, en Colombia los acaba de cumplir ya que aquí se le conoce desde 1913.
El acontecimiento pasó casi desapercibido para nosotros y apenas fue desflorado en una noticia corta de la prensa y demás informativos.
Del francés
Según averiguaciones y mirando corpiños, esta prenda íntima femenina viene del francés brasiere que quiere decir camisilla.
Algunos historiadores le atribuyen la creación de tan embriagantes copas a Hermine Cadolle, una mujer francesa que en el año de 1889 se dedicó al diseño de la prenda íntima con la que soñaba para que sus dos mamas quedaran levantadas y firmes como un soldado en posición de saludo a uno de sus oficiales.
Los envidiosos que en el mundo abundan, salieron a decir que lo que había hecho la señora francesa no era más que dividir el corsé en dos partes.
Además como nadie sabe para quién trabaja, y los gringos acostumbran apropiarse de lo ajeno, fue la estadounidense Mary Phelps, la que lo patentó en 1914 con el nombre de Backless brasiere o corsé sin espalda.
De esta manera estos pechos, pechitos o pechotes femeninos tuvieron sus copas. Y los hombres embriagados.
Inicialmente se confeccionaban en una sola talla pero al enseñar los sexólogos que todo cuerpo es único y atractivo a su modo y que la anatomía sexual varía tanto como los rasgos faciales de una persona a otra, se hicieron en gran variedad de tallas.
Asimismo todos sabemos que en la novedad y en la variedad está el placer y a esto se puede atribuir que fisguemos y miremos a las demás personas por el ojo de la chapa. Vouyerismo. Curiosidad humana.
De las explosiones
Si no fuese por esas pequeñas o no tan pequeñas diferencias que se pueden llegar a ver en los seres humanos no, tendríamos explosiones ni implosiones de dicha suprema que produce el amor erótico.
!Ay el amor! Tan curioso. Al igual que Santo Tomás no se contenta con ver la llaga sino que tiene que meter el dedo.
Bueno, el sostén ha dado para todo desde que se inventó. Hasta para hacer política. Recordemos que en los años 60 se convirtió en símbolo político ya que las simpatizantes del movimiento Jippy se desprendieron de ellos y los quemaron públicamente para reclamar sus derechos y libertad sexual.
Ahora, es moda que las mujeres jóvenes y atractivas no le pongan copas de ninguna clase a sus pechos para que hermosamente se asomen por el escote cuando van en traje de fiesta.
A pesar de las modas, el brasier no desaparece porque como respondió Rosenthal cuando le preguntaron que si la nueva tendencia de no llevarlo pondría fin a esa industria: “Toda persona tiene derecho a vestirse o desvestirse, pero a partir de los 35 años la mujer no tiene figura para prescindir del sujetador”.
Otra cosa: la minifalda le ha dicho al brasier en estos días: “Quitá que ahí voy yo” a hacer política, y en consecuencia más de una mujer luciendo la bendecida minifalda se acercó hasta el restaurante Carne de res de Bogotá, no precisamente para despertar lujuria ante los varones sino para dar a entender que por mucho que les guste esta carne no deben comer sino de la que tienen en la casa.