
Alejandra Mejía Lasso
Lic, Comunicación e Inf, educativa
Al ser Deportivo Pereira un equipo sufrido, de tradición, pero con 72 años de sequía en cuanto a éxitos deportivos, es mucho más fácil decidir ser hincha de otro equipo, uno más exitoso, donde las alegrías están en cada torneo, donde das la vuelta cada año; acá son pocas las alegrías, pero esas alegrías acaparan las tantas que tienen los demás.

Qué orgullo es ser de este equipo, qué lindo es pertenecer a la gran hinchada “auri-roja” la que sigue en pie pese al descenso, la que no renuncia a la ilusión de ver de nuevo grande al Matecaña. Acá estamos los apasionados, los sufridos, los que perdemos cuatro partidos seguidos y vamos al quinto con la plena convicción de salir victoriosos.
Admiro y quiero esta hinchada, la que al antiguo Hernán Ramírez Villegas en popular, sol o sombra llegaba al empezar el torneo diciendo “este año sí” así los 50, 60, 70 años pasados, no. Admiro y quiero esta hinchada, a aquellos que llegan con bolsas llenas de papelitos que poco después son tirados con qué entusiasmo; eso es lo que vale, lo que me llena cada que voy a mi cancha, así haya quienes en su imperiosa necesidad de señalar, culpan al fútbol, o mejor, a “esos hinchas del Pereira” de un problema que no es más que social. De no ser así, acabemos con el fútbol hoy y esperemos a que mañana no haya más vándalos y demás.
Cada domingo de fútbol, empieza una nueva ilusión, la ciudad se reduce al estadio, la rutina desaparece, el rojo y amarillo se toman la ciudad, no hay más paz que la que emana el himno a Pereira- que unos dizque se lo aprendieron en el colegio ¿qué no se aprende en el estadio?, las banderas flamean en todas las tribunas y con el pitazo inicial empieza el sinfín de emociones. Con el gol llega el júbilo, con uno en contra la normalidad, es Pereira.
El lunes se abre paso bien sea entre la alegría o la tristeza, pues el marcador del domingo así lo ha decidido; no hay peor manera de empezar una semana que después de salir de una derrota, no crean que exagero: “cuando uno sufre por su cuadro, tiene un agujero en sus entrañas, y no se lo llena nada, o mejor dicho, solo una cosa, ganar el domingo que viene.” Alejandro Apo.