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Pereira se despidió con honores del Mundial - Agosto 18 2011


Rubén Darío Varela

Se acercaba la noche para que por primera vez en la historia de nuestra ciudad, se disputara la semifinal de una Copa del Mundo Sub-20 de la Fifa.

En las afueras ya se vivía un ambiente de fiesta, camisetas amarillas a granel que se confundían con la Selección Colombia y Brasil presagiaban una mágica noche que se vio adornada con el sobrevuelo de un helicóptero que, rondando por encima del estadio, anunciaba el comienzo de la fiesta.

También las pelucas verdes y blancas de los mexicanos, la música de fondo del grupo musical "Tocadito", las canchas improvisadas de fútbol tenis en la plazoleta de La Villa le ponían un sabor a nuestra fiesta.

Esa  fiesta que se vivió con todo el fervor, incluso antes de iniciar el partido con un grupo de mexicanos que con sombreros, ponchos, banderas y pelucas se concentraron en las afueras para gritar una y otra vez la frase "Van a probar el Chile nacional" al son que cantaban a todo pulmón "Canta y no llores..."

Y claro, esa inolvidable fiesta que se vivió en la tribuna de principio a fin con la emoción de tener una semifinal en nuestra tierra.

Recuerdo imborrable
Alrededor de las 8:00 p. m la fiesta preliminar terminó y Harold, Alejandro y Andrés del equipo "Tocadito", empacaron su guitarra, su batería y sus micrófonos en la Plazoleta de La Villa, ahora llegaba la hora anhelada, Pereira sería el epicentro de una fiesta mundial, los ojos de millones de personas se alistaban para enfocarse en el escenario deportivo de una ciudad que con fervor, entusiasmo y corazón le dijo adiós a quizá la fiestas más grande del fútbol que hayamos  vivido y que permanecerá intacta en nuestros recuerdos.

 La hora deseada llegó, los himnos sonaron, el público estalló en júbilo y empezó a escribirse la historia, brasileños y mexicanos se enfrentaban en el Monumental estadio Hernán Ramírez Villegas para definir un cupo a la final de un Mundial Sub-20 realizado en nuestra tierra y que los pereiranos despedimos con 90 minutos de juego, suficientes para demostrarles al planeta entero que en Pereira se vive con corazón la fiesta del fútbol.