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Pereira * Entre la bandeja paisa y la paella




-“El colombiano es una bandeja paisa”-, me dijo cenando en restaurante de carta, un amigo al que había invitado allí para celebrar con él su regreso a la ciudad después de haber pasado una larga temporada en Europa.


Su afirmación espontánea me sorprendió, debo confesarlo, porque siempre he mirado esta comida con desconfianza ya que mi abuela la acusaba de producir empacho o indigestión en el consumidor.


-¿Por qué lo dices?-, le pregunté pretendiendo atrapar la lógica y evitar dar al traste con la vajilla que sería mi reacción ante una intervención tan patosa como la de mi amigo, y al mismo tiempo desconsiderado con el camarero quien sería el que finalmente pagaría los platos rotos.


- “Sí. No te has dado cuenta que el colombiano es abundante en todo. Quiero decir en conocimientos, títulos y especializaciones que pone a la vista de los demás en la tarjeta de presentación”-  me respondió con tono de psociólogo. Lo miré fijamente y lo vi como un aguacate.


Como a la mesa del restaurante suelen caer secretos que se revelan en voz baja para que no lleguen a oídos de los vecinos, y se viven a menudo situaciones embarazosas, dirigimos nuestra atención y las risas hacia la mujer enamorada que al igual que un ave lo hace con sus polluelos, se dedicaba a sacar comida de su plato con las manos llevándola a la boca de su compañero, ignorando que estaba siendo el centro de todas las miradas.

Los libros
A pesar de que el vino de la comida  había estimulado el sueño, una vez estuve de regreso en casa me dirigí a la biblioteca en busca de lo que dicen los autores sobre la idiosincrasia del colombiano, y muy a pesar mío tuve que darle la razón a mi amigo.


“El colombiano es experto en todo y especialista en nada”, sostiene de la manera más olímpica  el historiador Horacio Gómez Aristizábal.


Agrega que  “aunque emprendedor le gusta más parecer que ser”.


Sin lugar a dudas el colombiano es persona que anda presumiendo de lo que no tiene, muy especialmente cuando sale a conquistar mujeres.


Sabemos que son muchos los colombianos que siendo pobres viven como ricos, y esto ha sido causa de desgracia para muchas mujeres  que al convertirse en sus esposas se ven obligadas a vivir en la ruina. 


Olvidan ellas que sólo llegamos a conocer de verdad a la otra persona cuando compartimos la misma alcoba.


Ahora, es el historiador Gómez Aristizábal quien le agrega condimentos  a la bandeja paisa, recalcando que, “el colombiano también es curioso sin profundidad  y por lo mismo habla de todo sin saber nada”.


“Es servil con el poderoso y arrogante con el humilde”, concluye.


Por lo mismo tenemos jefes que acosan sexual y laboralmente,  y doctores que recetan sin siquiera mirar al paciente.  

Por la puerta ancha
Nuestro historiador va más lejos con el colombiano  sosteniendo  que “le gusta entrar por la puerta ancha de un ministerio y a los negocios por la  gerencia”.


Por lo mismo y no tanto por falta de oportunidades  es que aumenta mes a mes el desempleo. Parece ser el caso de los egresados de las distintas universidades, “doctorcitos”, que aplazan indefinidamente echarse la experiencia a las espaldas  porque no les ofrecen sueldo de ejecutivo.



En cuanto al temperamento nuestro, llega a decir, que “donde hay dos colombianos hay pelea: somos como dos granos de pólvora. solos no hacemos nada, juntos hacemos explosión”.


Debe tener razón, puesto que hace más de medio siglo que Colombia vive en guerra. Nuestro país apenas ha disfrutado de un corto período de paz: del año 1910 a 1947.

La envidia
Siguiendo con el mismo autor, señala al colombiano como “la persona que cuando  se eleva es dilapidada y que las cabezas que salen del nivel son tronchadas”.  

Aunque parezca frívolo, la diva Amparo Grisales, ya lo había dicho,  además valientemente, que el colombiano muere más de envidia que de infarto y eso que la muerte por enfermedad  del corazón ha aumentado considerablemente durante los últimos años.


Resulta pertinente reconocer aquí  que la envidia también ha hecho jamones a los autores de estudios publicados recientemente sobre los mejores mandatarios que ha tenido el país en lo que va corrido de su historia, y donde el Libertador Simón Bolívar no es el primero  sino que ocupa el 5o. lugar en una tabla de 1 a 42, sorprendiendo que el ex presidente  César Gaviria cuya administración no fue la menos corrupta,  aparece en un privilegiado décimo lugar.

Color y música
Concluye el historiador subrayando que al colombiano le gusta el color  y la música. Claro que sí, ya que Colombia pertenece a la llamada zona tropical.


El colombiano parece hecho para el baile de  sala y para sacarle el cuerpo al trabajo. No existe pueblo, corregimiento o vereda que no le haya sacado ocho días o más al año para tener su fiesta y consumir licor a sabiendas de que  es malo para el hígado y para el bolsillo. 


Y cuando vamos para fiesta vamos bien vestidos porque nos gusta llevar la moda en todo el cuerpo.


El cronista Daniel Samper Pizano, de una manera bastante divertida describe a los hombres y mujeres de la época de la Colonia de la siguiente manera: 


“Los caballeros acudían a los grandes saraos de Santafé de Bogotá vestidos con sombreros de pluma, capa corta, chaqueta ceñida al busto, cuellos y puños de encaje, medias negras largas y zapatos con hebilla. Las damas se presentaban con mantilla de seda, falda larga con miriñaque, abanico y guante hasta el codo”.

Doctor y poeta
Como todo lo anterior es poco, el colombiano es además doctor, poeta, y si lo quiere periodista. Y le gusta más  el apodo que el nombre de pila.


 Con facilidad caricaturizamos y nos mofamos de la persona que sobresale en la vida social, intelectual,  política o en cualquier otro campo.


 Nos produce un placer morboso desprestigiar a los gobernantes, aún a los que han dirigido acertadamente al país.


Recordemos que a Simón Bolívar que asistía también puesto a los bailes y era el galán   admirado por todas la mujeres, le decían “culo de hierro”  y “longanizo”. 


Y, ¿ por qué somos así?, le llegó a preguntar el periodista entrevistador a nuestro científico Emilio Yinás, y éste le respondió:


“Porque tenemos una historia que empieza con el tipo de imperio que nos descubrió, conquistó y colonizó”.

Si así son las cosas, tenemos pues que el colombiano está entre la bandeja paisa y la paella.

Ángel Gómez Giraldo