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El apocalipsis en el cine: Titanes del Pacífico - El Diario Del Otún - Julio 20 2013

El cine se ha obsesionado con el tema de que algo, alguien, unos cambios o unas invasiones, entre otras razones, podrían ser la causa para que se termine el mundo, que la humanidad se encuentre amenazada es un índice muy recurrente en muchas películas. El temor, la aventura, los riesgos, la abundancia de héroes son una fórmula efectiva para contar una historia y mantener a unos espectadores cautivos. El titán Guillermo del Toro nos trae una película cuya idea es sugestiva: unos monstruos, llamados Kaiju, empezaron atacando al mundo y ahora sus fuerzas van en avanzada, de manera que algo los debe detener.


Así, a secas, eso sería bastante trivial. Sin decir que la película se encuentre del todo saldada, ya que no es clara  la intención de esta plaga amenazante de acabar la tierra, tampoco sabemos cómo fueron hechos sus contrincantes, una especie de transformes recargados, y con una alta tecnología que no es del todo contextualizada, salvo que los manejan humanos que se fusionan neuronalmente para ser más fuertes, llamados Jaeger. Lo claro, es que ante unos monstruos imbatibles, era necesario hacer unos similares con tal de contrarrestar el fenómeno y devolverle la tranquilidad a la humanidad, ya que se probó de todo y no funcionó.

Tampoco nunca estará a salvo en el cine la tierra ni los humanos, algo tendrá que afectar para justificar un sinfín de historias. Ahora, la película de Titanes del Pacifico es entretenida, saber cómo se defenderán del temor la hace atractiva, y contar con una especie de liga de la justicia global –los pilotos de los soldados que combaten los Kaiju- la convierte en poderosa aunque estereotipada. 

Si no fuera hecha por Guillermo del Toro sería tan sólo un bocadillo de entretenimiento, pero su sello como director no deja de incorporar la intriga, un elemento muy clave de su cinematografía, lo encriptado y enigmático, no en vano ha hecho El espinazo del diablo (2001), El orfanato (2007) y Mamá (2012) por citar solo unos ejemplos, aún con más fuerza y vehemencia nos encontramos con El Laberinto del Fauno (2006) donde hay denuncia, mitos, misterio. 

Del Toro alterna este tipo de películas con las de pura diversión, ya había hecho en el 2006 a Hellboy que derivó en una saga y hablando de ellas prepara la nueva entrega como guionista del Hobbit para el 2014, y ha hecho las veces de productor en películas animadas como El Gato con Botas (2011). En fin, es un director que incursiona en dos bandas, pero que mantiene su línea. No dejan de ser de diversión las de intrigas, y las de diversión algo enigmático las recubre.

En Titanes del pacífico nos encontramos con una idea de que esos Kaiju son como los dinosaurios y vienen de un abismo abierto en las profundidades del mar, y de manera extraña se volvieron más fuertes y pretenden hacer un ataque feroz. Es ahí cuando además de las intrigas que generan la fusión neuronal de dos seres humanos, se busca la manera de detener ese ataque. Mientras los gobernantes creen que haciendo “Muros de la vida”, una forma de confinación y aislamiento, detendrán a estos gendarmes, los insurrectos que manejan los robots siguen –aunque les quitaron el presupuesto y los claudicaron- en pie luchando.

Una frase inicial en la película nos da cuenta de su argumento: “Los pilotos eran héroes. El peligro se convirtió en propaganda y los kaiju en un juego”, he ahí parte de la filosofía de esta película. Del Toro nos pone en un combate entre bestias y robots, le rinde culto a la ciencia ficción y nos deja ver un lado de ese apocalipsis en el cine, y cuando es destruida la aldea global, siempre, no sé por fortuna, tendremos unos héroes, en este caso fusionados entre el metal y la carne.